lunes, 5 de enero de 2009

extracto-microcapturas

Diálogo


Examinemos una situación análoga. Supongamos dos interlocutores, empeñados en contradecirse. Por muy violentamente que se enfrenten, y mientras acepten limitarse a una discusión, necesitan hablar una lengua común para que el diálogo pueda producirse. No puede haber contradicción entre dos personas si una de ellas habla un lenguaje que la otra no entiende.


Para tapar la boca a otro, de repente, uno cambia de idioma: así antaño, los médicos hablaban latín, y durante la última guerra, los colaboradores, alemán, de la misma manera que los periódicos parisinos de hoy en día escriben en inglés, para que el pueblo llano no entienda nada y, embrutecido, obedezca. Nocivas en las ciencias y en la filosofía, casi todas las palabras técnicas no tienen otra finalidad que separar a los iniciados de los excluidos, de los que uno no se preocupa, para conservar algún poder, que participen en la conversación.


Campesino y Marino


Incontestablemente, el mayor acontecimiento del siglo XX es la desaparición de la agricultura como actividad piloto de la vida humana en general y de las culturas singulares.

Viviendo únicamente en el interior, inmersos exclusivamente en el primer tiempo, nuestros contemporáneos, hacinados en las ciudades, no utilizan ni la pala ni el remo, y lo que es peor, nunca los vieron. Indiferentes al clima, salvo durante las vacaciones, donde vuelven a encontrar, de forma arcadiana y palurda, el mundo, polucionan, ingenuos, aquello que no conocen, que raramente les afecta y jamás les concierne.


Especies sucias, monos y automovilistas, rápidamente, abandonan sus basuras, porque no habitan el espacio por el que pasan y, por lo tanto, no les importa ensuciarlo.

Una vez más, ¿Quién decide? Científicos, administradores, periodistas. ¿Cómo viven? Y, en primer lugar, ¿Dónde? En laboratorios, en los que las ciencias reproducen los fenómenos para mejor definirlos, en despachos o estudios. En una palabra, en el interior. El clima ya nunca influye en nuestros trabajos.


¿De qué nos ocupamos? De datos numéricos, de ecuaciones, de informes, de textos jurídicos, de noticias impresas o en pantalla: de una palabra, de la lengua.


Contrato natural-Michel Serres


1 comentario:

v dijo...

Es muy interesante tu reflexión.
Con lo que dices acerca de las palabras raras, que se se crean sólo para generar diferencias elitistas, creo que no siempre es así, cuando no se sabe mucho acerca de un tema a veces es difícil aceptar o distinguir una idea, y hasta que se crea una palabra nueva y se delimita su significado no es fácil entender cosas que a simple vista pueden parecer otras. Creo que temas como la física, la química o las matemáticas no podrían avanzar sin crear palabras que no formarán parte del lenguaje habitual para no confundir ideas. Aunque es cierto que a veces se pasan de originales y crean palabras ostentosas que arece que sólo quieren parecer incognoscibles. Y con las definiciones de ellas, también hacen lo mismo muchas veces. Pero peor es en el periodismo, que se inventan palabras para darle un toque novedoso o extranjero en vez de usar correctamente parabras perfectamente capacitadas para definir lo que pretenden.